viernes, 15 de enero de 2010

(1) PRIMEROS TRAZOS

Desde el primer momento la importancia de la comunicación se hace evidente: los trazos se centran en las posibles uniones de los puntos seleccionados acomodando posteriormente los elementos construidos. Surgen aquí las posibilidades de agrupación o atomización de los usos; surge el interés, y la posibilidad, de establecer conexiones a distintos niveles y diferenciando los accesos peatonales y rodados. En ciertos casos se evidencia la separación de este último, reduciéndolo a un trazo alejado de los usos del hombre, alejado de la posibilidad de estar.















Es el momento de la primera materialización: se empiezan a plasmar las líneas de unión y se sitúan los volúmenes que alojarán los usos (¿?). La comunicación de las orillas (que se transforma en dos, una peatonal -uniendo los Jardines del Palacio de Cristal con la orilla de Gaia, con la nueva masa verde- y otro rodado) nos da una oblicua en relación a la fachada del Museo de Transportes y Comunicaciones transformando el tramo de río que protegen en una gran plaza de agua. El acercamiento a ella se favorece mediante una plataforma sobre el agua que además del nuevo espacio público que ofrece a la ciudad, crea la posibilidad de la vivencia de la fachada sur del citado museo, actualmente comprimida por las aguas.
El edificio se divide en dos: el mayor, descolgado directamente de la línea de tráfico rodado y atravesado peatonalmente por un segundo trazo comunicador; y el menor, elevado ligeramente sobre la orilla de Oporto, haciendo de elemento de transición entre las construcciones del lugar y la nueva implantación.






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