miércoles, 20 de enero de 2010

lunes, 18 de enero de 2010

(4) LA FUNCIÓN

Es posible que más que hablar de arquiteturas efímeras deberíamos plantearnos como punto de partida las funciones efímeras, las funciones cambiantes. La historia nos demuestra que la construcción, la forma, supera a la función, que la capacidad de adaptación de la forma a distintas necesidades es mayor de lo que podríamos imaginar. Estaciones de ferrocarril que se transforman en museos; centros fabriles que acaban abrazando bibliotecas; iglesias vendidas al pecado de la noche,...Nuestro Puente Habitable podría ser uno de ellos. De momento, haremos de la posibilidad de estar, de suspenderse sobre las aguas en un conjunto de monacales celdas, su principal razón de ser. Un hotel para turistas accidentales, de ligero equipaje. Y sobre la tierra, en la orilla de Oporto, una seductora oferta de ocio. El bien y el mal unidos a nuestro antojo.


viernes, 15 de enero de 2010

(3) LA FORMA

La forma se va perfilando: se aumenta en una planta el edificio principal; se alarga y estrecha la construcción auxiliar a la vez que se acerca ligeramente a la orilla, haciendo más cercana su presencia; se terminan de establecer las comunicaciones entre los elementos consturidos y la tierra; se deciden los soportes.












(2) ACERCAMIENTO

El acercamiento nos da como resultado los primeros ajustes: los puntos de partida desde oporto se separan convergiendo en la cabecera norte de la pastilla construida. Ésta modera su anchura y se alarga. La escala nos enfrenta a nuevos problemas: en un principio, el estudio de los apoyos y la disposición y comunicación con el edificio auxiliar. Sólo en un principio.








(1) PRIMEROS TRAZOS

Desde el primer momento la importancia de la comunicación se hace evidente: los trazos se centran en las posibles uniones de los puntos seleccionados acomodando posteriormente los elementos construidos. Surgen aquí las posibilidades de agrupación o atomización de los usos; surge el interés, y la posibilidad, de establecer conexiones a distintos niveles y diferenciando los accesos peatonales y rodados. En ciertos casos se evidencia la separación de este último, reduciéndolo a un trazo alejado de los usos del hombre, alejado de la posibilidad de estar.















Es el momento de la primera materialización: se empiezan a plasmar las líneas de unión y se sitúan los volúmenes que alojarán los usos (¿?). La comunicación de las orillas (que se transforma en dos, una peatonal -uniendo los Jardines del Palacio de Cristal con la orilla de Gaia, con la nueva masa verde- y otro rodado) nos da una oblicua en relación a la fachada del Museo de Transportes y Comunicaciones transformando el tramo de río que protegen en una gran plaza de agua. El acercamiento a ella se favorece mediante una plataforma sobre el agua que además del nuevo espacio público que ofrece a la ciudad, crea la posibilidad de la vivencia de la fachada sur del citado museo, actualmente comprimida por las aguas.
El edificio se divide en dos: el mayor, descolgado directamente de la línea de tráfico rodado y atravesado peatonalmente por un segundo trazo comunicador; y el menor, elevado ligeramente sobre la orilla de Oporto, haciendo de elemento de transición entre las construcciones del lugar y la nueva implantación.






(0) UN PUENTE HABITABLE EN OPORTO

Independientemente de la habitabilidad del elemento que manejamos, la comunicación entre orillas debe ser su razón de ser. Su ubicación, lejos de ser arbitraria debe dar respuestas a necesidades, reales o creadas, de unión y activación de zonas urbanas.

Y contar con puntos de apoyo.
En esa búsqueda, aparecen dos puntos aparentemente apropiados: en la orilla de Oporto, junto a los jardines del Palacio de Cristal, la rua da Restauraçao nos ofrece un posible punto de partida, con una cota suficientemente elevada como para permitirnos saltar sobre las construcciones que desde ella caen hacia el río. Al otro lado, en la orilla de Gaia, la ciudad se nos despeja y una masa verde parece darnos la bienvenida.

Curiosamente en ambas zonas, la escala de las construcciones se aleja de la fragmentación arquitectónica que la orografía ha propiciado, ofreciéndonos unas masas edificatorias que se comunican más fácilmente con el tamaño de nuestra intervención. Así, el gran edificio neoclásico del Museo de Transportes y Comunicaciones; el Museo del Vino y las construcciones entre las que convive; la gran Cúpula del pabellón de Rosa Mota; la Casa da Musica…; la zona de expansión de Gaia, con sus áreas hoteleras y deportivas.



Y casualmente, casi equidistantes a los puentes Arrabida y Don Luis.



Y naturalmente nos planteamos qué supone esta intervención en la ciudad…